lunes, 11 de julio de 2011

No podrá quererla como la quería yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si solo a él le hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Ningún hombre podrá ver nunca lo que yo he visto.
Y su actual novio menos que ninguno. Él, real, cruel, inútil, material. Step se lo imagina así, incapaz de amarla, deseando solo su cuerpo, incapaz de verla verdaderamente, de entenderla, de respetarlá. Él no se divertirá con esos tiernos caprichos. Él no amará incluso su mano pequeña, sus uñas comidas, sus pies ligeramente regordetes, aquel diminuto lunar, escondido, aunque no tanto a fin de cuentas. Puede que lo vea, sí, que terriblemente sufrimiento, pero nunca será capaz de amarlo. No de aquel modo. La tristeza inunda los ojos de Step.

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